“Cuando yo cambio, todo a mi alrededor cambia. Y nosotros lo comprobamos cada día».
“Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo». Con esta filosofía nace Mundo Orenda, un proyecto que lucha por los derechos de la infancia más desfavorecida de Angola.
Desde Sensilimp tenemos el placer de colaborar con esta asociación y hoy conocemos de primera mano el proyecto con Rebeca Herrera, fundadora, directora y coordinadora de Mundo Orenda.
¿Recuerdas el día en el que pensaste, ¿quiero ayudar a cambiar el mundo? ¿Fue en ese momento cuando surge Mundo Orenda?
Creo que mi inquietud e incomodidad por las injusticias sociales está en mí desde que era bien pequeña. Mi mamá siempre dice que desde pequeña sufría mucho por los problemas de los demás. Tuve una infancia complicada y quizás tener una persona cerca con tantas debilidades y sufrimiento hizo que siempre fuera sensible y empatizara con otros problemas que veía en mi alrededor y el mundo en general. África también era algo que de adolescente me llamaba mucho, tenía varios pósteres en mi cuarto de bebés africanos y cuando veía las noticias me entristecía mucho. Cuando veía los problemas de la inmigración y veía todas esas personas muriendo en el mar, me sentía muy mal y siempre pensé que algún día haría algo. Hice varios voluntariados aquí en Sevilla con discapacitados, con personas en exclusión social, etc. Quizás fue un cúmulo de experiencias que hizo que a los 29 años tuviera la oportunidad de hacer un voluntariado en Angola. Y fue esa experiencia y todo lo que ocurrió después que me hizo sentir que había llegado el momento de hacer algo más y que mi “llamada” estaba en África.
¿Cuál es el principal objetivo de vuestra asociación?
El objetivo principal de nuestra asociación es equilibrar un poco la balanza, mediante la Cooperación Internacional al Desarrollo. Muchos de nosotros no hemos luchado ni un poco por todos esos derechos que tenemos. Nacimos aquí y simplemente el azar nos regaló todos esos derechos. Y para que haya un rico hay siempre un pobre y eso nos parece una locura y una injusticia que deberíamos comenzar a cambiar. Evidentemente desde acciones pequeñas y quizás no seamos la generación que vea los grandes frutos pero sí podemos ser agentes del cambio. Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo. En el mundo hay muchas personas sufriendo y no vamos a llegar a solucionarlo todo. Pero si somos capaces de lograr que X niños sean capaces de crecer pudiendo ir al cole, que X madres no mueran en un parto y no deje a sus hijos huérfanos, que X personas aprendan un nuevo oficio con el que dejar de pasar hambre él y toda su familia, que X personas pueda beber agua hasta que se sacie… podemos morir en paz y en calma de haber equilibrado un poco esa balanza.
Actualmente tenemos proyectos de educación, de salud y de emprendimiento en Angola, y también trabajamos junto a otra ONG en Etiopía en un proyecto de educación.
Es un proyecto para los que están más allá de nuestras fronteras, ¿crees que también hacéis este trabajo pensando en los que estamos aquí en España?
Nuestro foco está en mejorar la vida y el futuro de personas de allí porque como he dicho antes a nosotros ya nos cedieron los derechos más básicos o por lo menos ya lo conseguimos, no podemos olvidar que antes la situación en España era muy similar a la que viven en muchos países de África. Pero es a través de la concienciación como logramos conseguir todos los recursos. Al final sin los de aquí no hacemos nada allí. Y creo que tanto la actividad que hacemos en Angola o Etiopía como la que hacemos en España es imprescindible para crear un mundo mejor. Cuando vamos a un cole o instituto y les contamos lo que hacemos y los valores o le contamos lo que está sucediendo en otra parte del mundo y le enseñamos fotos como en primera persona lo hemos visto, pensamos que es una de las labores también más importantes. Son ellos los que pueden movilizarse en un futuro y cambiar el orden de prioridad de las cosas. Así que esa sinergia es la que hace que nuestra labor aquí repercute allí pero también al contrario. Sabemos que hay muchas ONGs aquí también haciendo una labor encomiable y nos encanta saber que hay solidaridad y voluntad para todos los sectores. Así que juntos podemos conseguir grandes cambios.
¿Con qué medios contáis para poder llevar a cabo este proyecto?
Los socios son parte principal de nuestros recursos, también recibimos donaciones puntuales y recaudaciones de eventos, o ventas de merchandising o algún apoyo externo. Evidentemente sin recursos económicos sería imposible desarrollar los proyectos, y esas fuentes de financiación son los que lo hacen posible.
¿Cómo es la vida en Angola?
La vida en Angola… Bueno depende de donde vivas. Como en todos sitios hay extremos pero la diferencia de otros lugares es que el que está mal ,está mal porque no tiene otra alternativa. La guerra que terminó en 2002, y la falta de recursos, de oportunidades, de apoyos, de ayudas, etc., hace que muchísimas personas vivan en la pobreza extrema, que niños se mueran desnutridos porque a su madre ni siquiera le sale leche del pecho, que tengan que comer lo que apenas consiguen en el día a día y que cuando no llueva tengan que elegir entre comprar algo de comida o comprar agua.
No obstante, la solidaridad entre ellos, y la positividad de que algún día todo va mejorar eso nadie se lo roba, es algo que siempre nos llama la atención y nos motiva a seguir haciendo lo que hacemos.
¿Qué es lo que más dificulta vuestra labor?
Lo que más dificulta es la lucha que hay entre la urgencia de sacar adelante un proyecto y la falta de recursos. Sentir que siempre vas con la lengua fuera, porque si no consigues X dinero, Genilson va tener que irse a trabajar y no va poder continuar sus estudios, o que Maria no va conseguir alimentar a su hijo porque le falta nutrientes en su lactancia, o porque va llegar la época de lluvias y los niños van a dejar de ir al cole porque no tienen techo. Ese sentimiento de no querer mendigar dinero y al final tener que hacerlo porque quieres que el proyecto salga adelante y sin recursos no sale. Eso dificulta mucho. Eso y no conseguir aún tener una estructura fuerte en España que haga las millones de gestiones que hacemos cada día e ir mendigando siempre el tiempo para destinarlo en algo tan necesario. Quema mucho el día a día pero luego se ve recompensado cuando consigues que por ejemplo Genilson, María o cientos de niños logran aquello propuesto. Ahí vamos…
“Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo». ¿Por qué este lema?
Somos nosotros los primeros que tenemos que cambiar. Precisamente, Jéssica de Sensilimp siempre me decía: “Cuando yo cambio, todo a mi alrededor cambia”. Y nosotros lo comprobamos cada día. Si nosotros comenzamos a dar el primer paso seguro que viene otro detrás que también se motiva a darlo, y después otro, y así sucesivamente. De nada sirve quejarse y llorar desde el sofá. Siempre hay algo que podemos hacer.
¿Con cuántos socios contáis actualmente?
Actualmente somos una familia de 79 socios. Cada uno aporta la cuota que está a su alcance y todos están al día de lo que vamos haciendo y consiguiendo en los proyectos.
¿Hay muchas empresas solidarias? ¿Cuándo dio Sensilimp el paso de ayudar y qué significa su ayuda?
Bueno, la verdad es que en este terreno de las empresas realizar algún tipo de acción social está cada vez más extendido. Es algo que cada vez está mas valorado por los clientes, y las empresas son conscientes de ello. Sensilimp estuvo prácticamente desde el comienzo apoyándonos. Colaboran económicamente con una donación anual y activamente mediante el apoyo en la difusión de nuestra actividades.
¿Nos podrías contar alguna anécdota destacada de tu experiencia?
Buah tengo muchísimas, pero la verdad es que me quedo con las primeras veces de Angola, porque todo me impactaba mucho. Una vez al salir de un restaurante tenía 10 o 12 niños de la calle rodeándome pidiéndome de comer. Muy inocente yo, les di el tupper que habíamos pedido para llevarnos a casa, comenzaron a pelearse por él como si fuesen perros callejeros. Vi en sus ojos el hambre y la desesperación y no pude más que salir corriendo para el coche. Cuando nos metimos dentro, el coche no arrancaba y los niños estaban rodeando de nuevo el coche mirándonos y pidiéndonos comida o dinero. Estaban con los ojos muy abiertos, y muy ansiosos y nerviosos, y es cuando me dijeron que muchos de ellos estaban drogados (“esnifan pegamento para saciar el hambre, Rebeca” me dijeron). No podía levantar la mirada solo quería que el coche arrancara. Por fin arrancó y nos fuimos pero esas miradas aún las tengo clavadas.
Tengo otra y es que lidiar con la corrupción del país es algo que me ha hecho vivir más de una situación surrealista, como una vez que me pararon en la calle porque estaba grabando un video porque la zona era muy bonita y justo pasó el coche de policía, me dijeron que yo los estaba grabando a ellos y que eso estaba prohibido, cuando les enseñé el video solo se veía el coche pasando fugazmente que no llegaba ni a medio segundo. Me comenzaron a complicar y se quedaron con mi pasaporte durante mucho tiempo, hasta que vi que lo que querían eran unas cuantas monedas a cambio. Todo se solucionó con eso.
Es una labor difícil estar al frente de iniciativas de este tipo y debe haber un desgaste físico y emocional. ¿Cómo te motivas para seguir adelante? ¿Cuál es tu principal fuente de energía?
Es un desgaste emocional y físico no solo para mí o los que me apoyan en la dirección, sino también para nuestras familias. Al final acabas robándoles tiempo a ellos, o robando tiempo de tu descanso o tus hobbies para dedicarlo a la ONG y por más que quieras hacerlo de otra forma no es posible. En mi caso, las visitas al proyecto debo hacerlas en mis vacaciones y eso hace que deba dedicar menos días de vacaciones a mis hijos. Entonces sí, debo admitir que no es nada fácil. Pero está claro que sin el apoyo de la familia sería imposible. Es gracias a los que nos rodean que todos ponemos nuestro esfuerzo en que esto salga adelante. Cuando ves a tu familia orgullosa de los progresos, o cuando ves los proyectos realizarse, inauguramos algún área, o cuando ves a un niño corriendo por la comunidad porque por fin ha salido de la desnutrición, o ves a algún joven que tenía 15 años y no sabía ni leer y ahora firma un contrato de trabajo. Eso te hace coger energía y andar un poquito más.
¿Es difícil comunicar desde una ONG? ¿Cuesta que la gente participe en proyectos como este?
Es difícil ponerle palabras a algo que va tan ligado al corazón, pero al final dicen que “del corazón habla la boca” así que mejor o peor creo que logramos transmitir ese cariño y esa transparencia que Mundo Orenda tiene.
¿Quién y cómo se puede colaborar con Mundo Orenda?
Absolutamente todo el mundo puede colaborar. Desde un pequeñín donando quizás sus juguetitos para hacer un mercadillo y recaudar fondos, hasta lo más adultos haciéndose socios, una empresa que quiera apoyarnos de alguna forma, o algún voluntario que quiera ayudarnos con algunas de las áreas del proyecto. En fin. Siempre hay formas. No obstante, siempre tengo la obligación de decir que necesitamos CRECER EN SOCIOS y en ESTRUCTURA, es lo más importante, pues son los socios y una buena estructura lo que aporta sostenibilidad y futuro a Mundo Orenda. Así que quien quiera puede meterse en la web y rellenar el formulario.
Desde Sensilimp queremos agradecer a Rebeca por darnos la oportunidad de conocer de primera mano Mundo Orenda. Esperamos que esta entrevista te inspire y nos ayude a difundir este gran proyecto. Tienes las puertas abiertas para aportar tu granito de arena y cambiar la vida en Angola.